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Yoga y Psique

Con Yoga y Psique tomo prestado el título de la autora Mariana Caplan donde realiza una profunda reflexión y sienta las bases al encuentro entre dos posturas, en principio parecieran divergentes, con la finalidad de mostrar un camino alternativo complementario tanto a los practicantes de Yoga como a las personas que desarrollan un trabajo personal mediante procesos terapéuticos como, por nombrar el más cercano a mí, la Terapia Gestalt. El libro en sí, apareció frente a mí en las estanterías repletas de libros de psicología, autoayuda y espiritualidad de la librería Alguer de Sant Celoni -no sé como ni porqué pero esta librería acaba mostrando el libro para el momento adecuado-. A Mariana Caplan la conocía ya por su libro, Tocar es Vivir; otro libro de referencia que me ha mostrado una manera diferente de estar en el contacto y que he ido desarrollando y practicando a través del Masaje Tailandés. No obstante, desde la adquisición de Yoga y Psique, estuvo el libro esperando pacientemente durante un largo año antes de ser sus páginas acariciadas en su lectura y ya desde el inicio del mismo, comprendí que Mariana Caplan estaba desarrollando la misma idea que Ton Van Der Kroon en su libro El retorno del Rey, libro sobre masculinidades que nada tiene que ver con el grupo de machismo radical El retorno de los Reyes, pues Ton van der Kroon aboga por un hombre comprometido y amoroso con él mismo y la sociedad en términos generales mostrando las facetas espirituales y sus distorsiones a través de arquetipos masculinos.

La idea profunda que comparten Mariana Caplan, desde la senda del Yoga y Ton Var Der Kroon desde su afán de autoconocimiento y conocimiento profundo de la masculinidad, es que si bien la búsqueda interior anhelada por el alma es el amor, la fusión con el Todo y se expresa desde las profundidades del corazón, son dos los caminos a recorrer: uno nos lleva hacia la elevación del Ser, hacia lo que todo Yogui anhela experimentar como signo de iluminación, trascendencia o despertar, conectándonos con el Todo y haciéndonos sentir parte de él. El otro camino, muy extendido en la psicología humanista pretende ahondar, como si peláramos una cebolla en el carácter, el ego, haciéndonos partícipes de la observación constante de esos mecanismos automáticos que repetimos una y otra vez, su objetivo es el autoconocimiento, ir limando las asperezas para flexibilizar y aprender formas diferentes de actuar en la vida e ir desgranando el carácter o personalidad. Ton Var de Kroon, partiendo desde el corazón, denomina el primero «el camino hacia arriba«, el camino de la comprensión, la iluminación, la trascendencia y la oración, y al segundo «el camino hacia abajo«, el camino de descenso, -de introspección profunda, del chamán, añado yo-, el camino que nos pone en contacto con la noche oscura del alma y las sombras de la existencia y que nos lleva a nuestro propio dolor. Un camino más angosto y desconocido por nuestra cultura que suele buscar el éxito y la consecución de objetivos rápida y eficazmente. Si bien el primer camino nos eleva hacia el cielo, el segundo nos sumerge en las profundidades de la tierra.

Mariana Caplan, lo muestra muy acertadamente en términos de Yoga y Psique, la senda del Yoga como forma de acercarnos a lo espiritual y la Psique como forma de ahondar en la personalidad de uno mismo. Si el estudio de la personalidad desgrana los aspectos del carácter, la senda del Yoga tamiza los aspectos del alma, pero así como el alma no debería ser buscada en los confines de los cielos, de donde proviene, sino en las profundidades de uno mismo y pretender andar por el mundo sin ego… tampoco deberíamos ceñirnos al estrecho corsé de pensar que el único camino válido es el muy nombrado «conócete a ti mismo» que rechaza una escucha sincera de aspectos más sutiles del «sí mismo» que no responden al conocimiento del carácter, a esa determinada manera de cada uno de andar por el mundo, sino a una voz interna que emerge de lo profundo y que no siempre se manifiesta en el momento o de la manera oportuna y deseada desde una visión «psicológimamente razonable», pues no es la razón en sí misma su campo de expresión.

Durante mis años de introspección en diferentes retiros, he podido observar como el desconocimiento del estudio del carácter en el ámbito del Yoga genera manifestaciones desafortunadas como «hay que desprenderse del ego» o afirmaciones rotundas como «yo soy todo amor», con la finalidad de elevación y olvidando que es justamente el ego el recipiente contenedor del alma en el plano terrenal que nos acontece, y personas que realizan afirmaciones justificantes de sus actos del tipo «llevo muchos años de terapia y me conozco muy bien» o, citando otro camino de trabajo personal como es el eneagrama, «como buen cuatro que soy, yo soy de esta determinada manera». Para mí, pienso, no dejan de ser expresiones, repito, desafortunadas que lo único que muestran es una comprensión limitada a intereses propios de la persona y que no cualquier senda de trabajo personal es válida para todos pues en determinadas ocasiones nos quitamos un ropaje para vestirnos con otro que sabemos que nos sienta bien con tal de no pasearnos desnudos con todo lo que esto supondría y nos genera.

Dicho esto, a modo de presentación, desde este apartado de artículos, mi pretensión es acercar y profundizar en lo que atañe a estos dos caminos que en realidad se entrelazan el uno con el otro. En el trabajo personal que nos atañe, podemos desgranar los granos de uno en uno o todos a la vez y pretenderlos tamizar, pero no es posible tamizar sin antes haber molido. Desgranar implica separa con paciencia el grano del cereal , moler reducirlo a trozos más pequeños mediante la acción, no extensa de esfuerzo, de golpear o frotar con dos piezas más duras, tamizar pasar por el tamiz con la intención de separar las partes gruesas de las finas.

Si vemos la planta de cereal como representación de uno mismo, podemos comprender que solo desgranando, moliendo y tamizando los aspectos de la personalidad accedemos al alma de un producto elaborado cómo puede ser un pan. Podremos elegir entre alimentarnos únicamente de él o compartirlo con otros panes en comunidad. Despreciando o no agradeciendo los cereales, granos, harinas u otros panes, no nos hace mejores, pensar que nuestro único sabor o tipo de pan al que pertenezco es el más acertado, tampoco. Y ya no os cuento si se insiste en convertir un pan de molde en un pan rústico a nuestra imagen y semejanza…